Como la arena que escapa de mis manos acariciaste mi vida solo por un momento, mi mejor momento, hoy el silencio es mi único refugio porque la culpa de tu partida aún no me deja vivir.
Creí que sería más fácil, pero en cada suspiro, en cada silencio, en mis sueños te siento en mí. Pensé realmente que el tiempo sepultaría el recuerdo de quien separe de mí, sin clemencia pero con dolor, parte de mi vida que nunca fue mía. ¿Cómo no se me ocurrió pensar que tu ausencia sería mi mayor tortura, recordándome cada día que no te elegí?
El tiempo ha pasado y la vida parece continuar con normalidad, sin embargo aún me persiguen recuerdos llenos de angustia seguidos de un profundo suspiro que ahogo con una sonrisa. De alguna manera te llevo aún conmigo.
Tú, pequeña luz en mi camino que apagué con resignación, me elevaste al cielo llenándome de ilusiones para lanzarme a tierra hundiéndo mi cuerpo en el lodo; una lenta agonía que me persigue día a día aunque la intente ocultar.
Por eso escribo; pues quizás alguna vez, después de mucho leerme, lo llegues a comprender.
jueves, 16 de junio de 2016
Tus huellas en mi piel
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